Su gran poema "Los gallos vigilantes", pleno de simbolismo, es conocido en muchos lugares del país, especialmente entre los poetas izquierdistas. En ese poema Julio, con sutileza, hace una apología de los subversivos que, enarbolando una bandera roja, luchaban contra el Estado peruano. Aquí algunos fragmentos:
Los gallos matan a
picotazos la noche
los gallos matan a
canto la oscuridad
un gallo se hace
vigilante
con su ondulada
cresta roja,
sin plumaje de
aspavientos,
con pico y espuela
corroe la noche,
con canto y canto
anuncia
la inexorable y
espaciosa muerte,
tu canto es
claridad
tu canto es
libertad
tu canto entra por
cualquier
rendija de la casa,
claridad y libertad
entran
por rendijas de las
casas,
en noches
confundidas como ésta
gallos vigilantes
corren al unísono
espantando y
matando la oscuridad
abramos los ojos y
echémonos a andar.
La más negra noche
es matada
por los gallos
vigilantes,
la más negra cárcel
es matada
por los gallos
vigilantes,
la más negra
calumnia es matada
por los gallos
vigilantes.
Es una parte del poema. Quien desee leerlo completo puede encontrarlo
fácilmente en Internet. Ahora quiero recordar aquella noche de diciembre de 1989, cuando presentó su primer libro en la Casona de San Marcos, en pleno Parque Universitario. Yo llegué como un espectador más, modestamente vestido, con mi ropa de trabajo apretada dentro de un viejo maletín y de pronto Julio, irreconocible con un saco marrón y una corbata oscura, desesperado, me rogó que yo fungiese de maestro de ceremonias, pues le había fallado Gustavo Armijos. ¿Qué podía hacer yo, sino aceptar? Lo hice, y la velada resultó agradable y satisfactoria. Julio leyó sus poemas (recuerdo uno que decía "Bayo es mi caballo"), su libro fue presentado, el público aplaudió (estuvieron en la mesa de honor allí Mario Florián y Hudson Valdivia) y, probablemente, mi amigo sintió por una vez en su vida que era reconocido como lo que era en verdad: un honesto poeta del pueblo. Guardo una foto de aquella jornada, con la dedicatoria de Julio.
Años después supe que Julio había fallecido en un accidente ferroviario en Puno. Había viajado hasta allí con otros escritores para desarrollar un taller literario. Un tren acabó con su vida, cuando caminaba junto a la vía férrea. Con su muerte, muchos poemas se perdieron. Quedaron en el limbo, sin ser llevados al papel, inmateriales, apesadumbrados por no poder salir nunca a la luz.
A veces pienso que Julio está en algún lugar, tal como lo dijo en su más conocido poema, vigilante y atento, cuidando que lo que escribamos lo expresemos honestamente y con el corazón, sin ser fariseos ni hipócritas de las letras, diciendo, con altura pero con firmeza, lo que en verdad pensamos. Julio, algún día volveremos a hablar de la literatura, de la amistad, de la vida. Hasta entonces.
Años después supe que Julio había fallecido en un accidente ferroviario en Puno. Había viajado hasta allí con otros escritores para desarrollar un taller literario. Un tren acabó con su vida, cuando caminaba junto a la vía férrea. Con su muerte, muchos poemas se perdieron. Quedaron en el limbo, sin ser llevados al papel, inmateriales, apesadumbrados por no poder salir nunca a la luz.
A veces pienso que Julio está en algún lugar, tal como lo dijo en su más conocido poema, vigilante y atento, cuidando que lo que escribamos lo expresemos honestamente y con el corazón, sin ser fariseos ni hipócritas de las letras, diciendo, con altura pero con firmeza, lo que en verdad pensamos. Julio, algún día volveremos a hablar de la literatura, de la amistad, de la vida. Hasta entonces.